Este blog tiene una doble función: por un lado, me gustaría que me sirviese a mi de aprendizaje. Por otro, trato de compartir algunos conocimientos relacionados con los perros para quien le pueda interesar.

No pretende ser una guía canina ni es rigurosamente científico, se trata de simplificar conceptos y transmitirlos de una forma amena para quien no esté familiarizado con este mundillo.

jueves, 30 de mayo de 2013

Con "C" mayúscula

Este fin de semana ha sido la 85º Exposición Internacional Canina de Primavera en Madrid. Todas, o casi todas las razas, estaban allí luciendo sus mejores galas, luchando por el Best in Show.


El ganador absoluto, un Carlino macho llamado "DIDIEL ANDES MUCHO CON DEMASIADO", quedó por encima del Cocker americano "HEAVENSWAY FOREVER AFTER WITH AFTERGLOW" y del Terranova "STARRY TOWN CUC-IN-CIASE-SO".

Los nombres son siempre alucinantes. Suelen hacer referencia al afijo o nombre del criador y tienen un gran componente creativo. Cuando tienes muchas camadas al año, parece que los nombres normales se van quedando pequeños y hay que buscar otros más... originales.

Pero no nos engañemos por estos detalles superficiales, estos perros son súper estrellas. No por haber ganado esta exposición, todos ellos llevan otros grandes premios a sus espaldas. Además, muchos vienen de lejos: el Carlino campeón, por ejemplo, es de Chile y el Cocker Americano ha volado desde Finlandia hasta ese podio.

Pensaréis que ha de merecer la pena el premio que se gana... pues no. No hay premio, salvo esos trofeos pequeñitos que veis en la foto. De hecho, la inscripción por cada perro cuesta alrededor de 35-45 euros. En otras competiciones sí puede haber compensación económica para el ganador, pero lo normal es llevarte como recompensa un apretón de manos, el pecho henchido de orgullo por tener al perro más perfecto y, a lo mejor, un saco de pienso gratis.


Basset Hounds y sus dueños, poniéndose al día 

Pero no traes a un perro desde el otro lado del mundo para ganar un saco de pienso. Obviamente, el participar en estas competiciones de belleza tiene otra recompensa que se esconde entre bambalinas, que se cuece en los pasillos. Las competiciones hacen la labor de Club Social, donde los dueños y criadores tienen la posibilidad de darse a conocer, de mezclar a sus perros con otros igual de buenos o mejores, conseguir cruzarlos con multicampeones y obtener camadas que puedan venderse a precio de oro. Todos los expositores de una misma raza se conocen entre ellos, se ven prácticamente todos los fines de semana del año, entre Monográficas y Exposiciones. Su recompensa (económica) dependerá de las montas que hagan sus machos y de la venta de los cachorros que nazcan después.

No todas las razas se venden como rosquillas, ni son fáciles de criar, ni gustan a todo el mundo. Por eso hay, en mi opinión, criadores con minúscula y Criadores con mayúscula.
Perro Lobo checoslovaco

Para los primeros, la crianza es un negocio. Ven que una raza tiene tirón comercial y se suben al carro de criar perros fáciles de vender al público general. Sus clientes quizá no sepan nada de pedigríes, ni de L.O.E., ni si un "Excelente 3º" es mejor o peor que un "Excelente 2º"... pero da igual, quieren un perro de raza y se lo pueden comprar a ellos. Cuantos más campeonatos hayan ganado los padres del cachorro, más reconocidos serán como criadores y más caros podrán vender los cachorros, aunque no sea ninguna garantía de belleza ser hijo de Campeones.


Pastor suizo
Los segundos, son los apasionados. No es que los criadores de las razas más populares no sientan pasión  -hay muchos que también, conozco a varios- pero, para criar las razas más raras o más difíciles, es necesaria una dosis extra de coraje. En la Exposición de este año, he conocido a personas que crían o son propietarios de perros de razas desconocidas para mi, como el Perro Lobo Checoslovaco, el Pastor Suizo o el Galgo Árabe, y se percibía en ellos la auténtica pasión e interés por comunicar al mundo sus virtudes. Orgullosos de sus perros, contestaron encantados a mis preguntas y permitieron a todos los curiosos acercarse para que viesen por sí mismos que sus perros eran iguales o mejores que los Husky Siberiano o Pastores Alemanes, tan conocidos por todos.

Hay quien cría perros que rondan los 100 kg de peso, esos que no puede tener cualquiera y no se suelen ver en las ciudades. Los Mastines, los San Bernardo, los Terranova, los Montaña del Pirineo, los Gran Danés, los Leonberger, los Irish Wolfhound... son perros espectaculares, gigantescos, con dos necesidades especiales: espacio para tenerlos y dinero para mantenerlos. El dueño de un Gran Danés me contaba que en su casa pintan todos los años: las babas de su perro, cuando se sacude, llegan hasta el techo.
 
Mi sobrino junto a un Mastín Español
Muchos de estos perros pueden llegar a comer un kilo y medio de pienso al día. Es decir, que si el precio medio de un saco de 15 kg de cualquier pienso de calidad es de 50 euros, estamos hablando de que gastaremos 150 euros al mes sólo en alimentar a nuestro perro.

El propietario del afijo Valle del Pisueña, criador de Mastín Español en Santander, me contaba que él se niega a vender un perro suyo a quien no disponga del terreno que estos necesitan: un Mastín no puede vivir en un piso en la ciudad por muchas razones, y la primera es su salud.

El Criador (con mayúscula) no cría por dinero, lo hace por amor. Cada cruce que realiza es fruto del estudio y del deseo de mejorar su línea de sangre. Saben que los cachorros pueden no ser fáciles de vender, pero eso no les motiva a cambiar de raza a otra más rentable o abaratar costes para sacar más beneficio. Ser Criador no es un trabajo en sí mismo, es más bien un hobby muy caro: la mayoría se dedican también a otras cosas para poder llegar a fin de mes. Ser Criador es mucho más difícil de lo que parece: es dedicar tu vida a estudiar una determinada raza y mejorarla en la medida que esté en tu mano, interpretando los pedigríes, investigando factores genéticos a tener en cuenta y logrando que tus camadas tengan el menor número posible de defectos y todas las garantías.

Abrazo de Gran Danés


He conocido a muchos de estos Criadores, con mayúscula, durante estos dos días. "Locos" de los perros que este fin de semana -como tantos otros- han viajado, madrugado, trabajado muy duro, han pasado muchos nervios y han terminado agotados. Les admiro y les deseo suerte en sus proyectos de futuro. Porque si no fuera por ellos, si no fuera porque ellos han apostado por esas razas, yo no podría haber visto ni acariciado a sus perros, no habría podido preguntarles mis dudas, no se los habría presentado a mi sobrino de 3 años para que no les tuviera miedo, no habría disfrutado tanto de esta Exposición y tampoco habría podido contároslo a vosotros en este blog.

viernes, 24 de mayo de 2013

Vamos juntos a la playa

La semana pasada se inauguró la primera playa para perros de las Islas Canarias. Seis mil metros cuadrados de una zona que, por su fuerte oleaje y vientos, no era de gran interés para los ciudadanos ni turistas, así que se ha acondicionado para los perros, siendo esta una iniciativa pionera en las islas.

Bon Caponet, Tarragona
En la península, que yo sepa, existen sólo 3 playas donde se admiten perros: La playa de La Sal, en Málaga; la playa de La Rubina, en Girona y la playa de Bon Caponet, en Tarragona. Según la web www.srperro.com, éstas son también francamente mejorables, ya que Bon Caponet tiene más piedras que arena, La Sal tiene un tramo de playa muy pequeño, que no llega a 1km, y La Rubina cuenta sólo con 200m de costa. Son las playas que "no quiere nadie" o pequeñas calas de difícil acceso las que permiten la entrada de los perros.

Hay también algunas otras playas, sobre todo en el norte, que permiten la entrada de perros en horarios restringidos (por la noche y de madrugada) o fuera de época estival: hay que esperar hasta el 1 de noviembre para que no te pongan una multa que puede ir de los 600 a los 1.300 euros, según cada Ayuntamiento.

Yo aún no he visitado ninguna de esas playas para perros españolas. Mis perras sólo conocen la costa de Cádiz en el mes de Junio y entre semana- cuando aún no hay mucha gente- y la desembocadura del río Sella, en Asturias, a primera hora de la mañana y en días de mal tiempo, para no molestar. Aún así, en ambos sitios nos arriesgamos a la temida multa.

Primer baño juntas en Cádiz
Sí he tenido la suerte de ver cómo tratan este tema en EE.UU., país que, en materia de perros, nos lleva una gran ventaja. Sólo en el estado de Florida, hay más de 30 playas donde les está permitido el acceso. Allí existen dos tipos de playas a las que puedes ir con tu perro:

Por un lado, las Dog Friendly Beaches: aquellas playas que son visitadas por bañistas sin perros pero que permiten la entrada de perros bajo unas normas de convivencia. Normalmente, el perro ha de ir atado y no ser demasiado grande. En algunas de ellas permiten que el perro vaya suelto siempre y cuando obedezca de forma inmediata las órdenes de su dueño, pero no es lo habitual.

Y, por otro lado, tienen las Dog Beaches, que son playas preparadas específicamente para los perros, donde éstos pueden estar sueltos y a su aire. En el caso de Florida, un tercio del total son de este tipo.

Durante unas vacaciones, fuimos a una auténtica Dog Beach en San Diego, California. Recuerdo que entramos en un gran parking, bajamos del coche y leímos estupefactos este cartel:

"Playa para perros. Área de ejercicio y entrenamiento para perros sin correa" 

Sabueso californiano calmando su sed
Era la primera vez que veíamos algo así. En esa playa no sólo se permitía llevar a tu perro... ¡es que era una playa especial para ellos! Separada por un murete de piedras de otra playa normal donde éstos no se admitían, los perros y sus dueños tenían su propio trozo del Pacífico, una playa preciosa de agua clara y arena suave. Contaban con su propio socorrista que permanecía atento en su torre de vigilancia, tenían fuentes a distintas alturas para que pudiesen beber agua tanto los perros como los dueños, había papeleras dispensadoras de bolsas para recoger sus deposiciones... No se oían voces, ni se percibía ningún estrés por que estuviesen los perros jugando unos con otros mientras salían y entraban del agua, rodeados de niños y adultos. Había dueños que lanzaban el freesbee hacia las olas para que su perro lo trajera de vuelta. Había otros que nadaban junto a sus perros, dentro del mar. Había quien, sentado, leía un libro con su perro tumbado al lado. Nosotros nos sentamos en la arena y observamos durante un buen rato el espectáculo que era aquello, muertos de la envidia por no tener algo igual cerca de casa.

En España hay 3.168 km de costas. El estado de Florida tiene algo menos de la mitad de esa extensión, y cuenta con diez veces más playas donde los perros son bienvenidos. Si, en nuestro país, que tanto presume de ser un destino ideal de "sol y mar", cambiásemos el chip de una vez por todas y nos diésemos cuenta de que un perro en la playa, bajo control de su dueño, no molesta a nadie, todo sería muy distinto.

Perros educados por dueños respetuosos en playas acondicionadas... Es, por ahora, una utopía.


Actualización 23 de Junio 2013:
Ayer se publicaba la noticia: Gandía también tendrá un trozo de playa apto para perros hasta el 8 de septiembre. Entre el final de la playa l'Ahuir y el límite con el río Vaca, se han inaugurado escasos 350 metros donde los perros pueden estar con sus dueños, pero con un millón de restricciones: pasaporte canino en regla, seguro, han de estar siempre atados (te proporcionan unas estacas para clavarlas en la arena y así poder atar a tu perro) y llevar bozal. Además, no podrán estar en los primeros seis metros de la orilla, para poder dejar paso a la gente que pasea. 
Está permitido que puedan bañarse, siempre y cuando sigan atados y con el bozal... Confirmo, para quien no lo haya probado nunca, que bañarse con un perro atado con correa en el mar es un suicidio para el dueño. Tu perro saldrá fresquito, pero tú estarás todo el verano intentando disimular los arañazos que te hará -sin querer- con las uñas al mover las patas tan cerca de ti bajo el mar. Además, la medida del bozal para todos los perros me parece excesiva. Sólo algunas razas (y varían según las comunidades) están catalogadas como potencialmente peligrosas, existiendo la obligación de llevarlas siempre con bozal, desde cachorros. El resto de los dueños no solemos utilizar el bozal con nuestros perros jamás, por ser innecesario. Por esto, si vamos con nuestro perro a la playa y le ponemos un bozal por primera vez, sólo conseguiremos que se haga daño al intentar quitárselo durante todo el día, es realmente incómodo para aquellos que no están acostumbrados y, lo que es peor, no les permite beber agua siempre que lo necesiten. 
En definitiva, Gandía -por desgracia- no nos soluciona nada. 

martes, 14 de mayo de 2013

Tal para cual

Cuando me fui de casa de mis padres, mi perra Prechel se vino conmigo. Y, desde el mismo momento en el que hubo fecha de mi partida, mi madre comenzó a sufrir el síndrome del nido vacío... canino. Triste por quedarse sin perro en casa, me pidió que, antes de irme, me encargara de buscar un digno sustituto que les hiciese compañía a ellos dos.

Mi primera opción fue adoptar un galgo, aunque tuvimos muy mala suerte con esa experiencia. Por desgracia, la persona con la que contactamos nos engañó, nos hizo conducir 600 km prometiéndonos que tenía un galgo ideal para ellos, tranquilo y perfecto para vivir en un piso... para después encontrarnos con que el pobre galgo no era "adoptable", ya que tenía auténtico pánico a los hombres y no estaba dispuesto a estar en un espacio cerrado sin morirse de terror. Con todo el dolor de nuestro corazón, nos fuimos de vuelta a Madrid con las manos vacías y sin muchas ganas de comenzar de nuevo la búsqueda para adoptar, por lo que pasamos al plan B.

Otra cosa no, pero libros de perros tengo toda una colección, por lo que -cual "personal dog-shopper", una profesión que yo de buena gana ejercería a tiempo completo- estudié todas las razas posibles para encontrar a la más afín con el estilo de vida de mis padres. Una noche, mi madre estaba haciendo la cena y yo planté uno de mis libros encima de la mesa de la cocina, abierto por la página del Pug o Carlino: "Mamá, tiene que ser éste". Mi madre hoy lo negará todo, pero en aquel momento dijo: "Hija, ¿no hay perro más feo?".

La primera foto que vieron mis padres de un Carlino...
Probablemente no, pero el Carlino era la raza que mejor les encajaba. Lo suficientemente pequeña como para poder viajar con ella si quisiesen, simpática, poco ladradora,  faldera, amable con los niños, sociable con otros animales, cariñosa, que requiere pocos paseos, fácil de educar... yo lo veía claro.

Mis padres se fiaron de mi y, a pesar de que no les gustaba a priori, me dejaron contactar con varios criadores y, después de muchos otros pasos, terminamos llevando a Sancha a casa.

Primera foto de Sancha
El criador de Sancha, Javier Matellán del afijo CarloCarlin, fue alguien honesto y profesional, ya que advirtió a mi madre, antes de darle a la cachorra, de que a estos perros había que limpiarles con paciencia los ojos y la arruga de su nariz todos los días, algo que no venía en los libros. Pero mi madre -que, según vio a los Carlinos al natural, le dejaron de parecer feos-  lo ha convertido en una rutina diaria y no parece importarle. A Sancha, todo se le perdona. Incluso sus ronquidos nocturnos... mi madre la defiende alegando que "sus ronquidos le arrullan".

Sancha es una perra maravillosa, realmente bonita (dentro de los cánones que mandan su estándar) y a veces parece más un gato mimoso que un perro normal. A mi me encanta cogerla en brazos y mimarla, pero creo que nunca eligiría esa raza para mi. Demasiado pequeña. Me da demasiada alergia. Requiere demasiados cuidados. Sale demasiado cara de mantener. Demasiado obstinada. Respira demasiado mal. No tiene fuelle como para soportar una caminata larga o jugar con la pelota durante horas. Demasiado delicada.

Pero, para ellos, es perfecta. Son tal para cual.

Sancha a día de hoy
La moraleja de todo esto es que no debemos dejarnos llevar (sólo) por el físico de una raza para elegirla, aunque a veces esta sea la manera de que nos entre por los ojos. Hay que saber mirar más allá y buscar las cualidades que queremos encontrar en un perro: si queremos que sea más o menos guardián y protector, si queremos que sea bueno con los niños y otros animales, si pretendemos hacer algún deporte con él, si buscamos compañía o un perro más independiente, si queremos una raza con un alto nivel de energía o más sedentario, etc.

Hay muchas razas, mucho donde elegir y mucho que estudiar antes de decantarse por una u otra, no se trata sólo de hacer el habitual filtro por tamaño. Hay razas gigantes que son felices con pocos metros cuadrados y perros pequeños que necesitan un lugar donde correr y desfogarse. Lo importante es que, a la hora de elegir un nuevo cachorro, escojamos siempre a aquel que se adapte más fácilmente a nuestra rutina, siendo su aspecto externo el factor menos importante de todos.
La ventaja es que, en mi opinión, todos los perros terminan siendo los más guapos para sus dueños, sean como sean en realidad. Y si no, que se lo pregunten a mi madre, que el otro día llegó indignada a casa porque un vecino le había dicho en el ascensor "que su perro parecía un rape".

sábado, 11 de mayo de 2013

En el amor y en la guerra

 sacrificar (Del lat. sacrificāre).
3. tr. Poner a alguien o algo en algún riesgo o trabajo, abandonarlo a muerte, destrucción o daño, en provecho de un fin o interés que se estima de mayor importancia.

Escuchando un podcast llamado "Stuff you missed in History class", me enteré de que, Estados Unidos, de cara a utilizar perros en la II Guerra Mundial -como habían ya hecho muchos otros países en la primera- hizo un llamamiento a su población para que las familias donasen a la causa a sus propios perros y poder enviarlos también al campo de batalla.

Cerca de veinte mil perros fueron enviados a filas de forma voluntaria por parte de sus dueños. Fueron Pastores Alemanes que, hasta ese momento, jugaban con la pelota en sus jardines; Dobermanns que corrían como balas a morder al cartero; Pastores Belgas que protegían al ganado; Schnnauzers que, desde su sofá, dormitaban con un ojo abierto por si alguien entraba por la puerta. Estas razas fueron, precisamente, las más cualificadas para la guerra, ya que el 45% de los "voluntarios" no aprobaron un entrenamiento básico y pudieron volver a sus casas sanos y salvos.

Perros en la II Guerra Mundial

EE.UU. envió, después de entrenarlos durante 2 largos años, a quince pelotones de perros de guerra: siete se repartieron por Europa y ocho fueron al Pacífico. Los soldados los recibieron entre risas escépticas, pero pronto se dieron cuenta de que esos animalitos les podrían salvar la vida detectando explosivos, minas, acercándoles el botiquín, arrastrándolos de vuelta a las trincheras si caían heridos, llevando mensajes de un lugar a otro e incluso repartiendo cigarrillos.


Mandar a tu perro a la guerra, sacrificarlo, al igual que dejaste ir a tu hijo, primo, hermano... es algo que te da qué pensar. Creo que yo jamás enviaría a mis perros -ni a ningún ser querido- a luchar una batalla, fuera por la causa que fuera. Pero una cosa es lo que piense yo, que coincide también con lo que opina la Organización por el Tratamiento Ético hacia los Animales (P.E.T.A.), y otra lo que pensaron ellos.



Escuela Cinológica de la Defensa
Sí estoy de acuerdo en que haya unidades de perros de apoyo, rescate y salvamento, que ayuden a las tropas en tierra hostil. Pero, afortunadamente, a día de hoy ya no se reclutan perros domésticos como entonces, sino que existen unas unidades K9 excelentes en la mayoría de países, que entrenan a los perros desde su cría selectiva para esta misión, al igual que se entrenan a los perros lazarillo. En España, el Ministerio de Defensa cuenta con la Escuela Cinológica de la Defensa que se encarga de adquirir y adiestrar perros bien dotados para la detección de explosivos, armas, drogas y personas, entre otras especialidades. Y, gracias a los perros, en cualquier catástrofe las posibilidades de encontrar vida se han multiplicado.

El entrenamiento de un perro para buscar seres humanos vivos no tiene nada que ver con el entrenamiento de un perro para buscar cadáveres, esto lo aprendí yo el otro día viendo un documental sobre las labores de rescate del 11-S. Los perros tienen sus "preferencias" y se especializan en un sentido u otro, utilizando sus 225 millones de receptores olfativos (nosotros sólo tenemos alrededor de 5 millones) para olfatear hasta llegar a su "premio" y sentarse o ladrar para indicarlo.

Se supone que el perro es fácilmente adiestrable para esto porque para ellos es como un juego, no se trata de buscar personas: para ellos es lo mismo buscar una pelota que unos restos humanos. Cada cosa tiene un olor y ellos simplemente lo siguen hasta encontrarlo. Sin embargo, en los escombros del World Trade Center, cuando los perros especializados en encontrar heridos vivos se dieron cuenta de que ya no encontrarían allí a nadie más con vida, automáticamente pasaron a avisar de los cadáveres que fueron rastreando, a pesar de que no habían sido adiestrados para ello. ¿Por qué? Porque el perro, está claro, sigue siendo el mejor amigo del hombre.



jueves, 2 de mayo de 2013

Es la vida

Dentro de unos días, será mi cumpleaños. Como me encanta decírselo a todo el mundo, no podía dejar de escribirlo en el blog. Pero, este año, también coincide con los primeros achaques serios de mi perra Prechel, que tiene ya 11 años y medio y nos empieza a dar preocupaciones. No tenemos aún un diagnóstico claro pero sabemos que algo ocurre y la perra no está del todo bien. Nos hacemos mayores las dos, aunque ella -por desgracia- un poco más rápido que yo.

Dicen que hay que multiplicar la edad del perro por siete. Por lo que mi perra tendría alrededor de 80 años ahora mismo. Puede que sea cierto, aunque conozco varios casos de perros que han vivido hasta los 16, y eso significaría que murieron a los 112 años humanos... lo cual, es poco probable. Realmente, no se puede calcular tan a la ligera la edad de un perro y su equivalente a nuestros años, ya que cuando son cachorros su crecimiento es mucho más rápido que el nuestro y, podríamos decir, que un perro de dos años ya es todo un adulto.

Puede variar mucho la conversión de la edad en función al tamaño y raza del perro. Las razas más pequeñas suelen ser más longevas, mientras que los perros de mayor tamaño (como el San Bernardo, los Mastines o el Gran Danés) es raro que vivan más de una década. También existe la creencia de que los perros mestizos son más longevos, aunque realmente lo que creo es que hay determinadas razas que sufren más por enfermedades derivadas de su propio pedigrí, como los Teckel con sus problemas de espalda o los Dobermann con sus cardiopatías. De todos modos, creo que la gran diferencia la marca la calidad de vida que haya tenido el perro, lo cuidado que haya estado, la atención veterinaria que haya tenido, la alimentación que haya disfrutado... Aunque, por esa regla de tres, considero que mis perras deberían ser, definitivamente, inmortales.

He encontrado esta tabla, procedente del libro "The Dog's Owner Manual" que me ha parecido más ajustada a la realidad, ya que separa la conversión de edades por tamaños.


Trasteando un poco por Internet, me he encontrado con dos casos absolutamente increíbles. El primero, el perro registrado Récord Guiness como el más longevo de la Historia, fue Bluey, un pastor ganadero australiano que no sólo vivió la friolera de 29 años, sino que estuvo "en activo" durante 20 de ellos, como perro pastor en Rochester.

El segundo caso, y muy digna medalla de plata, se la lleva un cruce de Shiba Inu japonés que murió en 2011, pasados los 26 años de edad. Decía su dueña que hasta la misma semana de su muerte, su perro Pusuke comía, paseaba y hacía su vida con normalidad. Qué envidia me da esa señora, que conoció a su perro cuando ella era sólo una adolescente y pudo disfrutar de él incluso ya pasados los 40.  


Prechel llegó a casa cuando yo tenía 21 años y hemos hecho todo juntas desde entonces, es una grandísima amiga que ahora mismo está tumbada a mis pies mientras yo escribo. En estos días, me alegro de cumplir años pero me da rabia, pena e impotencia presenciar los síntomas visibles de que su vida avanza más rápido que la mía y no tener una máquina del tiempo para dar al "pause".

Sólo nos queda cuidar de esta abuela con el mismo mimo de siempre. La única diferencia es que este año, igual sí le dejo probar de mi tarta. Se ha ganado ciertos privilegios.